Con tantos escritores pensando en
la Literatura con mayúscula, el sencillo y poco pretencioso atributo de la
anécdota ha caído en desuso. Así las novelas se llenan de metáforas
rimbombantes y voces “narrativas” de lenguaje florido ensartan imágenes una
tras otra que causan en los lectores la ansiedad de tener que parecer
inteligentes incluso durante el íntimo y solitario acto de la lectura. A mi me parece
un insulto como lectora que un autor menosprecie la anécdota, porque es de
contar anécdotas que se originó el
oficio y el arte de escribir. Eran narraciones
de eventos que la tribu quería conocer. Me parece que las historias sin anécdotas
son tan vacías como el sexo sin ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario