Me gusta
hablar con los poetas porque tienen la vida a flor de piel. Por su puesto que
hay muchos gatos que tienen pinta de tigres y el territorio de las metáforas no
es la excepción, pero cuando tengo la suerte de conseguirme alguien que
comprende la búsqueda de lo que Cadenas denominó las “certitudes aterradoras”, me
siento privilegiada. Entiendo entonces por qué siento que cada día sobre la
tierra es una carga: porque eso me ayuda a cavar una ventana mínima en la realidad
para ver a los demás y comprender que hay otros tan insomnes como yo que
abrevan sus inquietudes en palabras. Y cuando los seres de la noche se
encuentran siempre hay claridad. Enhorabuena.
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