viernes, 23 de agosto de 2013

Entusiasmo por el cuento


  Soy una entusiasta del cuento. De todos los géneros literarios es el que más me emociona. El resultado que sobre mí causa un relato que siga la unidad de efecto de Poe es como la tensión que conquista el cuerpo cuando no sabemos si un ser querido está en peligro. El knockout de Cortázar me duele como el final de un amor. Y la bifurcación de una narración en dos, a lo Chéjov, se parece al hilo argumentativo de mi cotidianidad dual, que abreva de la narración de lo que es ficción y de lo que no.
El cuento es un género cuyo truco y gran dificultad no está en la escritura sino en la edición. Por eso nunca termina el proceso de escribir un cuento. Si uno los comparte con otros es más por el cansancio de seguir escuchándose las mismas anécdotas que por la confianza en el punto final que ha puesto. Es esa misma dificultad de narrar de forma compacta, aunada a la anécdota que apunta a lo trascendente y lo cotidiano a la vez, la que confecciona las mejores frases de la literatura breve.
Y eso es algo que nunca podrá imitar la poesía, que propone sus ideas incrustadas en los sentimientos. El cuento, menos ambicioso, expone sentimientos a través de las anécdotas y sus manos toman de un lado el corazón del lector, que no puede separase de una situación –porque la narrativa breve es de situaciones y la larga, de personajes–, y del otro sujeta las entrañas del escritor, que en cada historia deja lo  suyo con otro poco de lo de los demás.
Por eso me parece más seductor un relato breve, incluso brevísimo, que un poema. Ya, lo dije (escribí). Poetas: no me odien.

1 comentario:

Kira Kariakin dijo...

Nada que odiar... un poema no tiene nada que ver con un cuento, aunque en un cuento pueda haber poesía o viceversa en un poema una historia. A mí me gustan todos los géneros y dependiendo cómo me sienta leo uno u otro. Saludos, me gustó tu reflexión.